Instituto para la Salud Geoambiental

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El dióxido de azufre SO2

¿Qué es el dióxido de azufre?: El Dióxido de azufre es un gas incoloro, irritante, con un olor penetrante que se comienza a percibir con 0,3 a 1,4 ppm y es perfectamente distinguible a partir de 3 ppm -partes por millón-. Su densidad es el doble que la del aire. No es un gas inflamable, ni explosivo y tiene mucha estabilidad, es muy soluble en agua y en contacto con ella se convierte en ácido sulfúrico. Consiste en un átomo de azufre y dos de oxígeno. Durante su proceso de oxidación en la atmósfera, este gas forma sulfatos. Estos sulfatos forman parte del material particulado PM10. En presencia de humedad el dióxido de azufre forma ácidos en forma de aerosoles y se produce  una parte importante del material particulado secundario o fino (PM2.5). El SO2 es el responsable de la lluvia ácida. Tanto la exposición a sulfatos como a los ácidos derivados del SO2, comportan graves riesgos para la salud ya que éstos pasan  directamente al sistema circulatorio humano a través de las vías respiratorias. ¿Cómo se produce?: La principal fuente de emisión de dióxido de azufre a la atmósfera es la combustión de productos petrolíferos y la quema de carbón en centrales eléctricas y calefacciones centrales. Existen también algunas fuentes naturales, como es el caso de los volcanes. El SO2 también se emplea en la industria del papel como agente blanqueador. ¿Qué efectos tiene en la salud?: La contaminación del aire por SO2 causa los siguientes efectos:
  • Dificultad para respirar.
  • Inflamación de las vías respiratorias.
  • Irritación ocular por formación de ácido sulfuroso sobre las mucosas húmedas.
  • Alteraciones psíquicas.
  • Edema pulmonar.
  • Paro cardíaco.
  • Colapso circulatorio.
  • Queratitis.
El dióxido de azufre (SO2) también se ha asociado a problemas de asma y bronquitis crónica, aumentando la morbilidad y mortalidad en personas mayores y niños. Los asmáticos y las personas con enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC) y con problemas cardíacos son los más sensibles a los efectos del SO2. El azufre es un veneno altamente nocivo para la salud de las personas, si bien son las plantas las que menos toleran sus efectos. Por ejemplo, un nivel de 300 µg/m3 (micro gramo por metro cúbico de aire) es un valor que implica potencial riesgo para la salud humana, pero para los árboles, un valor de 200 µg/m3 ya es muy grave. En las plantas el SO2 se introduce en las mismas produciendo una necrosis foliar. Por eso la contaminación por los óxidos de azufre (SOx) están relacionados con el daño a la vegetación, deterioro de los suelos, materiales de construcción, monumentos históricos en piedra -es lo que se conoce como el mal de la piedra- y cursos de agua. Curiosamente, a pesar de ser un contaminante muy perjudicial, es también un aditivo alimenticio muy utilizado al tener características conservantes y antibacterianas. Se conoce como E220 y se emplea en  vinos- los famosos sulfitos- cervezas, zumos, caramelos, yemas de huevo y otros productos con huevo. En cuanto a los efectos de su consumo, en dosis bajas provoca irritaciones en el tubo digestivo y hace inactiva la Vitamina B. En grandes dosis puede provocar dolores de cabeza, náuseas, vómitos, alergia, irritación de los bronquios y asma. Normativa Europea: Directiva 96/62/CE del Consejo, de 27 de septiembre de 1996 Directiva 1999/30/CE del Consejo, de 22 de abril de 1999 Decisión de la Comisión 2001/744/CE, de 17 de octubre 2001 Normativa España: R.D.1073/2002, de 18 de octubre

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